Al hilo de las marinas

Si se me permite la paráfrasis, hay otros pájaros, pero están en este, en un primer invierno de cabecinegra, habitual, pero ya una resistente. Si es jodido ser gaviota, ser pollo, y luego juvenil, tan normal («común» en las taxonomías, o «vulgar» que es peor), y luego pelear con las grandes gaviotas de cabeza blanca, tan enormes y sobradas. Son como los pequeños pájaros marrones, cuando pasan, como hoy en Tarragona, solo me entran ganas de animarlas: ¡venga! ¡ánimo! y que mañana te conviertas en una hermosa cabecinegra de primer verano.

Si dedicas, como es el caso, una semana a debatir sobre el sobaco de las pardelas, que una de ellas, probablemente obligada, se te acerque a enseñártelo, demuestra que hay cierta connivencia entre el «fan» y la «estrella», cuando se ha acercado esta pardela mediterránea (y aquí me estoy tirando a la piscina, si el profe del curso de identificación de aves marinas me suspende, me lo tendré merecido) me he sentido turbado y he estado tentado de pedirle que se tapara un poco.

A los alcatraces les pasa como a las modelos de Victoria’s Secret, ni la ideología evita que caigas rendido a sus pies, nos han sobrevolado juveniles, con su punto barroco, han aparecido los plumajes «píos» (según la guía), que es voz que se aplica a la capa de los animales de tiro y que, en el caso de los alcatraces no extraña, para llegar a los soberbios adultos, pero todos, pájaros a los que los tratas de usted y sientes que te estás quedando corto, como si le pagaras un café a un nieto de la casa de Alba. En una apasionante partida de matrioshkas las pardelas salen de la muñeca de los proceláridos (que salen de matriz Procellariiformes, que no, no son aves tormentosas, entendámolos como los pájaros que habitan las tormentas, las aves de mares tormentosos; por encima, las muñecas previas, ya son dinosaurios), se empeñan en generar dentro de sí pequeñas muñecas/pardelas, en un juego que no acabará nunca, las cenicientas se dividirán, las mediterráneas no tienen fin, y entre ellas un hermoso pájaro incansable: la balear. Quizás fue idea de Bouvard, o se le ocurrió a Pécuchet, pero al final se trata de esmerarse.

 

Reflexiones publicadas en Facebook el 15 de noviembre 2015, al hilo de una salida de observación de aves marinas con GEPEC desde Tarragona. Las crónicas que publican sobre estas salidas se pueden encontrar en Pescadors d’Alçada. En una salida anterior, en febrero de este mismo año, publiqué en este blog una entrada con el título Grandes pájaros sobrevolando el mar.