Vendería mi alma al diablo por casi todo, no se me ocurre nada por lo que no me condenaría eternamente, pagaría porque me compraran. Esaú me parece la única persona sensata en esta historia, en la historia, el problema no es venderse, es que te compren, el problema es desprenderse, no fue el plato de lentejas, hubieran bastado unas patatas bravas o un trozo de cecina, lo que allí sobraba era la primogenitura. El Génesis se explica porque nadie entiende nada. Un personaje de Amis, en Dinero, creo, dice algo como que si pusieran un agujero en la pared de un bar él echaría dinero por el agujero; todo estaba ya en el Génesis. Lo clava el bolero: si tu me dices ven, lo dejo todo.