Y sin embargo un día vendrá lleno de pájaros, no será el pájaro en las altas ramas de Aragon, serán apenas unas plumas entre los escombros, en los márgenes, pero mientras llegan con sus torsos desnudos, ninguna palma, ninguna de las guirnaldas con las que celebraremos serán suficientes. Un instante previo al amanecer donde la luz apenas se establece, y se aparece eterno como el instante en que la niebla se deshace, pero dura tan poco, como la luz dorada sobre el árbol, y cómo soñar las avenidas, las cafeterías o las camareras, un deseo profundo de fuego y de sangre como una casa de muñecas. Siempre un autobús y las vastas factorías y los hombres ausentes y las gaviotas. Debo deciros que no sucederá, que cada paso que deis me retiraré, que nada defenderé, todo caerá a mi alrededor y desearé que no amanezca que se prolonguen los suburbios y el día se ausente al fin, y aún así sueño un pájaro, con conocer un pájaro, con ver un pájaro, con deciros un pájaro.