Día 36 del Apocalipsis, día de San Expedito, este santo me cae especialmente bien porque le han echado, ser el patrono menor de cierto pueblo siciliano al tiempo que protegía a comerciantes y navegantes le sirvió de poco, en 2001 le pusieron de patitas en la calle, como se le sigue teniendo cierta devoción se tolera su culto en algunos sitios, un gran santo. Domingo de la Divina de la Misericordia, segundo domingo de Pascua, la celebración de esta fiesta se origina en las revelaciones privadas de Santa Faustina Kowalska, religiosa polaca que recibió mensajes de Jesús sobre su Divina Misericordia en el pueblo de Plock, Polonia. Un gran día, soy mucho de celebrarlo.
Ayer me dejé llevar por mis emociones privadas y terminé proponiendo textos en prosa, poéticos sin duda, pero prosa. Y no es que Cunqueiro no haya dejado hermosas poesías, sino que me suelo demorar en esa prosa lenta, precisa, cadenciosa, llena de hallazgos y de luces y me termino olvidando de que esto no deja de ser un curso en mensajes de Whatsapp de poesía para presos (sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisión, que ni sé cuándo es de día, ni cuándo las noches son; recordaros que estos versos anónimos principiaban “Que por mayo era por mayo” y tratándose del romance del prisionero, pues ahí lo dejo).
Dijo Borges, yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach. Y dado que Borges nos ha conducido en estos días de estupor a modo de guía, propongo un poeta que decidió ser todos los hombres. Y lo decidió quizás en el único lugar del mundo donde alguien puede decidir semejante atrevimiento: en Lisboa.
1995, Arantza en un café de Oporto, le he dejado un rato para irme a comprar en una suerte de almacén un poco de todo (un prechino luso) una navaja para hacernos los bocadillos del tren nocturno. Vuelvo con la navaja y este pequeño libro de apenas 70 páginas. Conservo ambos. Pessoa es muchos poetas, cada uno de ellos con voz propia y poética personal. Llegó a utilizar más de 70 poetas heterónimos, pero tres (y el propio Pessoa) son los importantes: Alberto Caeiro, Álvaro Campos y Ricardo Reis. Los tres con una obra extensa, Pessoa les dota de una biografía y de una presencia física, y llega a declarar que Caeiro era “su maestro” y el maestro de Campos y Reis.
De Alberto Caeiro un poema que tiene una extraña relación con el que os propuse de Auden, del libro “El guardador de rebaños”:
«Al atardecer, asomado por la ventana,
y sabiendo de soslayo que hay campos enfrente,
leo hasta que me arden los ojos
el libro de Cesário Verde.
¡Qué pena me da! Era un campesino
Que andana preso en libertad por la ciudad.
Pero el modo en que miraba las casas,
y el modo en que observaba las calles,
y la manera como se interesaba por las cosas,
es la de quien mira los árboles,
y de quien baja los ojos al camino por donde va andando
y anda fijándose en las flores que hay por los campos…
Por eso tenía él aquella gran tristeza
que nunca dijo bien tenía,
pero andaba por la ciudad como quien anda por el campo
y triste como aplastar flores en libros
y poner plantas en jarros…»
En Youtube tenemos un documental de 2016 sobre Pessoa que aunque bastante largo es muy interesante https://www.youtube.com/watch?v=v-pBpeKKdF4. Más corto y divertido puede ser https://youtu.be/9_ygozTzbgo donde Fernando Savater hace un repaso de la Lisboa de Fernando Pessoa, se va a los tres cuartos de hora, pero como el anterior merece la pena.