Día quincuagésimo séptimo: moscas y ruinas

Día 57 del Apocalipsis y de San Calepodio, el de los pies calientes, monje y mártir, tiene calle y cementerio en Roma, en la vía Aurelia, allí está enterrado Calixto I el decimosexto papa, la que va de Roma a Pisa.

Hoy, quinto domingo de Pascua, quiero recordar como el tercer día de la octava de Pascua os hablé del empeño de Monterroso en ocuparse de uno de los tres temas basales de la humanidad, el menos frecuentado por poetas, pero sin duda el más importante: las moscas. Veinticinco días después los asuntos siguen siendo los mismos, y han vuelto porque me ha picado un mosquito, animal que sin ser mosca es un primo lejano. Os preparo una imagen que explica la lejanía entre primos.

Día quincuagésimo séptimo - cladograma de los dípteros

Al volver las moscas he vuelto a Monterroso, no me extraña porque en su texto autobiográfico Los buscadores de oro, citaba unos versos del soneto de Quevedo que se titula A Roma sepultada en sus ruinas. Busco el libro, afortunadamente tenía en la memoria el estante del día en que os hablé de Movimiento perpetuo, lo encuentro, es un libro corto de letra grande, en la página 29 lo que busco:

«En efecto, el 10 de diciembre de 1980 yo había publicado en el diario El País de Madrid, con motivo del cuarto centenario del nacimiento de Francisco de Quevedo, un diminuto ensayo, la esencia del cual consistía en recordar que una tarde de 1778, en Londres, y según cuenta James Boswell en su Vida de Samuel Johnson, este hombre notable y pomposo había pronunciado, como al pasar y de mal humor, el nombre de un tal Janus Vitalis, seguido de los siguientes versos latinos:

… immota labescunt (sic)
Et quae perpetuo sunt agitata manent,

todo a propósito del soneto de Quevedo A Roma sepultada en sus ruinas, que comienza

Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!

y termina con los inolvidables versos

huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura».

En el libro la anécdota continúa, pero me detengo aquí porque he llegado a uno de los lugares comunes que sobrevuelan las cosillas que os mando: lo fugaz que son las cosas hechas para perdurar, para sobrevivirnos, y la permanencia de lo que pasa veloz. Hace unos días comentaba esta idea con los versos de García Baena «ningún augur dijo de tu ruina, / altiva Delfos» y citaba también a Quevedo. Dice Borges que es nuestra obligación construir como si lo hiciéramos en roca firme, a pesar de que está claro que todo lo construimos sobre arena. Así ahora que lo normal ha desaparecido, y nos invitan a construir de nuevo para que no perdure, mientras lo fugitivo permanecerá. Al loro.

«Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino!
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas
y tumba de sí proprio el Aventino.

Yace donde reinaba el Palatino
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que Blasón Latino.

Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.

¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!».

Día quincuagésimo séptimo - Augusto Monterroso - Los buscadores de oro

Augusto Monterroso Los buscadores de oro Anagrama, mayo 1993.

En mi edición de la vida del doctor Johnson, la de editorial Acantilado (libro que por su volumen y peso usamos en las videoconferencias para sujetar el móvil), lo encuentro en la página 1198: «CAMBRIDGE: “Un escritor español ha expresado ese concepto de forma poética. Luego de observar que la mayoría de las edificaciones de Roma ha perecido del todo, mientras el Tiber fluye igual que siempre, añade: Lo que era firme huyó, y solamente lo fugitivo permanece y dura”. JOHNSON: “Eso está tomado de Janus Vitalis: … inmota labescunt; Et quæ perpetuo sunt agitata manent”».

Me gusta mucho la imagen del río, que fluye y es cambiante, como imagen de lo permanente; es lugar común decir que Heráclito nos explicó que todo cambia al decirnos que no puedes embarcar dos veces en el mismo río, pues nuevas aguas corren, pero también nos dijo que la estructura profunda, el río, se mantiene, el sol no rebasará sus medidas. Mañana quizás sea otro día, espero.