«Día 10 del Apocalipsis: continuamos el tono introspectivo. Al final de la edad media se explicitan las aspiraciones del «hombre sabio» en al menos cuatro anhelos que recordaréis del bachiller, por un lado la vida frente a los peligros de la peste asociada a las ciudades debe resolverse en la sencillez del campo que se presenta como un proceso salvador, beatus ille (dichoso aquél), pero debe ser en un lugar idílico (locus amoenus, la aspiración pequeño burguesa de la segunda residencia, o su universalización en el anhelo del apartamento en la manga del mar Menor o en Marina d’Or de las futuras clases precarizadas); todo para poder disfrutar del ahora (carpe diem) ya que todo se desvanece y la gloria del mundo es pasajera (tempus fugit)».
«Edu en pleno carpe diem en su locus amoenus, ¡beatus ille! ¡Qué tiempos aquellos!».
«Tenemos entonces un reinicio tras la plaga que se explicita en las reflexiones clásicas sobre la bondad de la vida en el campo, descritas y escritas, eso sí, por terratenientes (o por sus poetas de cámara) que se dedicaron, apartados de Roma y las luchas por el poder, la gloria o la fortuna, al estudio y la meditación con el soporte de nutridas cohortes de esclavos a su servicio. Recordar que dichos esclavos si bien estaban en un locus amoenus, y llevaban una vida apartada, no eran particularmente dichosos, ni disfrutaban especialmente del momento, pero para los cuales sí huía el tiempo. También señalar que comer, comían, lo que para casi todos ellos era un estado muy satisfactorio. El Barroco nos añadirá el concepto de «et in Arcadia ego» (Yo también estoy en Arcadia) que pondrá en perspectiva todo esto y que es otra historia».
«Así que hoy, durante la plaga y esperando que a su salida se produzca un reseteo «neoclásico» tomaré a dos poetas y la primera de las aspiraciones, la vida retirada. Por un lado, el poeta Horacio (al que tuve que traducir en tercero de bachiller con desigual fortuna, si bien mi cartilla escolar señala un sobresaliente dicho año, 1970) que es el que da nombre al campo ideológico con su poema «Beatus ille qui procul negotiis ─…─ paterna rura bobus exercet suis», donde si cambiamos las vacas por pimientos se podría aplicar con facilidad a Edu), y por otro su exégeta máximo en castellano Fray Luis de León que con su poema «A la vida retirada» conforma para siempre el género. No es el poema de Fray Luis que más me gusta, pero tiene sus momentos».
Añadía mi expediente escolar del tercer curso del bachillerato elemental, donde aparece un sobresaliente en latín.
«Aquí mi sobresaliente en latín por si algún descreído estuviera dudando.
Primero Horacio ya que el primer verso de su Epodo II es el que da nombre al tópico «Beatus ille qui procul negotiis, / ut prisca gens mortalium, / paterna rura bubus exercet suis / solutus omni faenore / neque excitatur classico miles truci / neque horret iratum mare / forumque vitat et superba civium / potentiorum limina».
Fray Luis traducirá «Dichoso el que de pleitos alejado, /cual los del tiempo antiguo, / labra sus heredades, no obligado / al logrero enemigo. / Ni la arma en los reales le despierta, / ni tiembla en la mar brava; / huye la plaza y la soberbia puerta / de la ambición esclava.»
Retoma el tema en su magnífica Oda a la vida retirada. Es un poco larga para este medio, pero en fin como merece la pena ahí va».
«¡Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruido, / y sigue la escondida / senda, por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido; / Que no le enturbia el pecho / de los soberbios grandes el estado, / ni del dorado techo / se admira, fabricado / del sabio Moro, en jaspe sustentado! / No cura si la fama / canta con voz su nombre pregonera, / ni cura si encarama / la lengua lisonjera / lo que condena la verdad sincera. / ¿Qué presta a mi contento / si soy del vano dedo señalado; / si, en busca deste viento, / ando desalentado / con ansias vivas, con mortal cuidado? / ¡Oh monte, oh fuente, oh río! / ¡Oh secreto seguro, deleitoso! / Roto casi el navío, / a vuestro almo reposo / huyo de aqueste mar tempestuoso. / Un no rompido sueño, / un día puro, alegre, libre quiero; / no quiero ver el ceño / vanamente severo / de a quien la sangre ensalza o el dinero. / Despiértenme las aves / con su cantar sabroso no aprendido; / no los cuidados graves / de que es siempre seguido / el que al ajeno arbitrio está atenido. / Vivir quiero conmigo, / gozar quiero del bien que debo al cielo, / a solas, sin testigo, / libre de amor, de celo, / de odio, de esperanzas, de recelo. / Del monte en la ladera, / por mi mano plantado tengo un huerto, / que con la primavera / de bella flor cubierto / ya muestra en esperanza el fruto cierto. / Y como codiciosa / por ver y acrecentar su hermosura, / desde la cumbre airosa / una fontana pura / hasta llegar corriendo se apresura. / Y luego, sosegada, / el paso entre los árboles torciendo, / el suelo de pasada / de verdura vistiendo / y con diversas flores va esparciendo. / El aire del huerto orea / y ofrece mil olores al sentido; / los árboles menea / con un manso ruido / que del oro y del cetro pone olvido. / Téngase su tesoro / los que de un falso leño se confían; / no es mío ver el lloro / de los que desconfían / cuando el cierzo y el ábrego porfían. / La combatida antena / cruje, y en ciega noche el claro día / se torna, al cielo suena / confusa vocería, / y la mar enriquecen a porfía. / A mí una pobrecilla / mesa de amable paz bien abastada / me basta, y la vajilla, / de fino oro labrada / sea de quien la mar no teme airada. / Y mientras miserable- / mente se están los otros abrazando / con sed insaciable / del peligroso mando, / tendido yo a la sombra esté cantando. / A la sombra tendido, / de hiedra y lauro eterno coronado, / puesto el atento oído / al son dulce, acordado, / del plectro sabiamente meneado».
Añado una despedida, los comentarios en WhatsApp empiezan a se largos ya que los troceo. No me gusta que comentarios de mis interlocutores interrumpan, para ello pienso que una despedida la entenderán enseguida y evitará el problema.
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Esto es todo amiguitos ¡Aplicaos!
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