Los sílvidos, que viene a ser los que viven en el bosque, son en general tipos muy agradables, dicharacheros, amantes del ir y venir, charlatanes, incluso gritones, poco dados a estarse en casa al amor de la lumbre y muy aficionados a deambular sin ton ni son entre los arbustos y umbrías para desesperación de todos nosotros. Son currucas, mosquiteros y zarceros, carriceros o papamoscas, buena gente en general. Ahora bien, entre todos ellos destacan, porque no destacan, cinco o seis gramos de fe inquebrantable en la vida, la total convicción que para sus siete u ocho centímetros los bichitos siempre estarán ahí si saltas lo bastante de rama en rama (siempre que sea muy rápido).