A la gala de la buena moza - recepción del teatro Hiroshima (Barcelona)

A la gala de la buena moza

Hace unos días una amiga me comentaba que, al volver de su reciente boda, una sobrina había vuelto a vestir sus galas nupciales y repetido poses y gestos, los ritos de un reportaje fotográfico, esta vez postboda. Me repito el cantar de boda, a la gala de la buena moza, a la gala del galán que la goza, a la gala, gala de la buena, a la gala del galán que la lleva. De la buena parra sale el buen racimo de buena familia llevas el marido. Esa sí que se lleva la gala, esa sí que se lleva la flor, esa sí que se lleva la gala, esa sí que las demás no. Los arroyos corren, la madrina lava, altos corredores salen a mirarla. A la gala, gala, gala hermosa, que vivan los que la gozan, a la gala, gala de la buena, que vivan los que la llevan. Así el relato imaginario preboda, el posterior intraboda (salen a mirarla) y una vez ejecutado el rito un nuevo imaginario con el atrezzo de la ceremonia: el lugar de los ropajes (gala) se repite después de la gala (fiesta) y se posa (se hace gala) con un motivo especial (gala) para que los contrayentes, ya contraidos, simulen galantear, particularmente el galán, y expliquen imaginariamente como merecen que les queramos y animemos (se lleven la gala).

A la gala de la buena moza - reportaje fotográfico en la playa de Bogatell, Barcelona

El cabaret (la gala) est semblable au prince des nuées qui hante la tempête et se rit de l’archer; aplaudiremos la anteboda, la boda, la tornaboda y la bodilla siempre que queden claramente reflejadas con una imagen que es el antiautorretrato contemporáneo, frente a la fijación de mi imagen aquí y ahora para vosotros, yo, engalanada. La representación de lo visible representa ya el pasado, la imagen de la virgen (que vivan los que la gozan) se repite, se representa, para poder ser presentada como representación.

La generación que intenta definirse en el autorretrato continuo, simultáneo a la acción, significador, abraza la representación de sí mismo para perpetuar el ritual, porque, al final, se trata de una cuestión de clase (de buena familia llevas el marido).